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Mercado Único Europeo   Acta Única Europea

Historia de la Unión Europea (continuación)

Mercado Único Europeo

a década de 1980 destaca por ser el periodo que aportó mayor avance a la Comunidad Europea. Jacques Delors, antiguo ministro de Economía y Finanzas francés, que tomó posesión como presidente de la Comisión Europea en 1985, promovió una campaña con el objetivo de alcanzar el Mercado Único Europeo. En la Cumbre de Milán se propuso eliminar todas las barreras comerciales entre miembros en un plazo no superior a siete años, con la pretensión de alcanzar el Mercado Único Europeo el 1 de enero de 1993.

No fue una tarea fácil conciliar todas las posturas, ya que la integración económica debía pasar necesariamente por conseguir un acuerdo en la Política Agraria Común (PAC), la cual recibía dos de cada tres partes del presupuesto de gasto anual de la CE. Una de los inconvenientes de la PAC era la gran cantidad de excedentes agrícolas que la propia CE producía y a la vez debía introducir en su propio círculo comercial interno, lo que daba lugar a que unos países subsidiaran implícitamente a otros mediante esta práctica. La solución se dio en una cumbre celebrada en 1988, en la cual se estableció una reducción en las ayudas a la agricultura, consiguiendo que éstas alcanzaran poco más del 50% del presupuesto de gasto anual de la CE.

El plan aprobado en la Cumbre de Milán, superado el problema de la PAC, consiguió incrementar la integración y cooperación entre estados miembros, acelerando las reformas, aunque se plantearían nuevas cuestiones para alcanzar el Mercado Único, como la necesidad de dotar de mayor poder a la CE.

La reforma estructural más trascendente: el Acta Única Europea

Una característica en la toma de decisiones del Consejo de Ministros existente antes de 1987 era la unanimidad de los acuerdos, lo que significaba procesos políticos más lentos por la capacidad de veto de los estados miembros. Por su parte, la consecución del Mercado Único Europeo en marcha traía consigo una serie de cuestiones ineludibles, tales como la necesidad de que la CE contase con un mayor poder para enfrentarse a la nueva situación tras la eliminación de las barreras comerciales internas, todo ello antes de que concluyese la fecha límite que establecía el calendario fijado en su momento.

La solución a todas las cuestiones que implicaban la puesta en marcha del Mercado Único Europeo vinieron finalmente de la mano del Acta Única Europea, planteada en diciembre de 1985 y aprobada dos años después (en julio de 1987), por los doce miembros que formaban la CE en aquel momento, constituyendo la reforma estructural más trascendente de todas las llevadas a cabo desde el Tratado de Roma de 1957.

El Acta Única Europea introducía por primera vez un sistema de mayoría cualificada en la toma de decisiones; se dotó de personalidad jurídica al Consejo Europeo; se le dio mayor voz e influencia al Parlamento Europeo; se estableció el Tribunal de Primera Instancia para resolver las apelaciones a las resoluciones de la CE presentadas por particulares, empresas u organizaciones; igualmente, los estados miembros acordaron la unificación de variadas normativas propias, relativas a asuntos fiscales, medio ambiente, sanidad, etc.

Algunas propuestas nuevas realizadas por los partidarios de una unión económica y monetaria (UEM), como eran la eliminación de las restricciones en los mercados de cambio y transferencias de capitales, o la carta social sobre derechos humanos propuesta por la Comisión Europea, fueron rechazadas por Gran Bretaña, que no aceptaba la pérdida de soberanía de cada estado en favor del incremento de poder para la CE. No obstante, las reticencias de Gran Bretaña fueron superadas sumándose finalmente al proyecto de la UEM, tras la necesidad de dar una respuesta rápida por parte de la CE a los cambios que se estaban manifestando en toda Europa.

Todas estas reformas, con el Acta Única Europea como punto de partida, junto con la decisión de los estados miembros de asumir el SME en la coordinación y alineación de las políticas monetarias y económicas con los estados vecinos, consiguió finalmente una aceleración del proceso de creación del Mercado Único Europeo.

Caída del Comunismo y reunificación alemana

El desplome del comunismo en la Europa del Este trajo consigo una crisis política y económica en variados países de la antigua esfera de la Unión Soviética. Muchos de ellos recurrieron a la Comunidad Europea buscando apoyo en los campos de la economía y la defensa, y aunque la CE no aceptó adhesiones inmediatas en su seno, sí concertó acuerdos de asociación y de ayuda militar. Alemania Oriental fue la excepción, al permitírsele en una cumbre realizada en abril de 1990 la incorporación automática a la CE tras la reunificación de las dos Alemanias.

La cumbre que acordó la adhesión de la Alemania Oriental debatió también la nueva situación política en Europa como resultado de la caída del comunismo, planteando Francia y la República Federal de Alemania una conferencia intergubernamental con el objetivo de alcanzar una mayor unidad europea. Los objetivos de esa conferencia no eran bien recibidos por Gran Bretaña, a los cuales la primera ministra Margaret Thatcher se oponía firmemente; sólo con la entrada de John Major como primer ministro en el mismo año de 1990 se cambió la aptitud negativa por otra más conciliadora hacia la posibilidad de una Unidad Europea. A partir de ese momento, la Conferencia Intergubernamental comenzó a trabajar paralelamente con la otra conferencia que preparaba la Unidad Económica y Monetaria, y que finalmente concluiría con el Tratado de la Unión Europea (Tratado de Maastricht) el 1 de enero de 1993, es decir, con el nacimiento de la Unión Europea (UE).

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